EL único sentido que tuvo la reunión del pasado martes en la Casa Blanca, entre el Presidente mexicano y el Presidente estadounidense, fue darle la vuelta a la hoja del conflicto suscitado por la negativa mexicana de asistir a la IX Cumbre de las Américas que implicaba el sentido de reforzamiento de los intereses de seguridad nacional de Washington en todos los países al sur del río Bravo. El presidente Biden y la vicepresidenta Kamala Harris mostraron su desdén con el invitado, aunque sin ser maleducados, pero con la certeza del lado mexicano de que los actuales habitantes de la Casa Blanca tienen los días contados. Biden se reunió con el presidente mexicano después de su exitosa gira por Europa, donde asumió el liderazgo militar de esa zona del planeta y convirtió a la OTAN en un Portaaviones Terrestre Continental OTAN USS, rompiendo inclusive el equilibrio geopolítico, han obligado al fin de la neutralidad de Suecia y Finlandia para definir una nueva línea roja con Rusia y China. Lo que ha sido considerado como una descortesía en el trato al jefe de Estado de su vecino de más de 2,000 kilómetros de frontera, en realidad deberá ser asumido como una victoria política de México, porque redujo la relación a pesos y centavos en infraestructura fronteriza que México seguirá regateando en los hechos y al reforzamiento del muro político y estratégico en la frontera para impedir el cruce simbólico de los intereses de inteligencia y seguridad militar de Estados Unidos que quieren asentarse dentro de territorio mexicano. En ese sentido imperial de incomprensión de lo que ocurre en México, la Casa Blanca se olvidó de que el Presidente mexicano tiene los instrumentos para decidir la candidatura del próximo Presidente de la República y que ya introdujo el factor antiestadounidense entre los principales precandidatos. El otro mensaje precario que dejó la comunidad estadounidense fue la reunión de ocho senadores del ala conservadora republicana y demócrata que tenían en las manos un expediente importantísimo para presionar a México por presuntas violaciones a los compromisos de respeto a la inversión extranjera dentro del Tratado de Comercio libre, pero que solo pudieron producir una mediocre nota de protesta por el asesinato de periodistas en México, un problema importante en tanto que revelaría el descuido de seguridad de la política mexicana, pero en cuyos incidentes no han aparecido hasta ahora dirigentes del Estado. De ahí la lectura estratégica de que la reunión López Obrador-Biden tiene interpretaciones para dar y recibir, pero con la única conclusión de que el Gobierno de Estados Unidos no intentó doblegar ni humillar públicamente a México, sino que se quedó en el terreno de las señales del lenguaje corporal de los funcionarios de la Casa Blanca. La reunión con empresarios el miércoles que hubiera podido ser un punto de ruptura en percepciones imperiales fue abandonada por la Casa Blanca y los empresarios americanos tuvieron que lidiar con los empresarios lopezobradoristas. De ahí que el saldo se puede resumir en un punto: nada para nadie y cada quien su golpe. Política para dummies: La política es el arte de eludir a la política.
EL único sentido que tuvo la reunión del pasado martes en la Casa Blanca, entre el Presidente mexicano y el Presidente estadounidense, fue darle la vuelta a la hoja del conflicto suscitado por la negativa mexicana de asistir a la IX Cumbre de las Américas que implicaba el sentido de reforzamiento de los intereses de seguridad nacional de Washington en todos los países al sur del río Bravo.
El presidente Biden y la vicepresidenta Kamala Harris mostraron su desdén con el invitado, aunque sin ser maleducados, pero con la certeza del lado mexicano de que los actuales habitantes de la Casa Blanca tienen los días contados.
Biden se reunió con el presidente mexicano después de su exitosa gira por Europa, donde asumió el liderazgo militar de esa zona del planeta y convirtió a la OTAN en un Portaaviones Terrestre Continental OTAN USS, rompiendo inclusive el equilibrio geopolítico, han obligado al fin de la neutralidad de Suecia y Finlandia para definir una nueva línea roja con Rusia y China.
Lo que ha sido considerado como una descortesía en el trato al jefe de Estado de su vecino de más de 2,000 kilómetros de frontera, en realidad deberá ser asumido como una victoria política de México, porque redujo la relación a pesos y centavos en infraestructura fronteriza que México seguirá regateando en los hechos y al reforzamiento del muro político y estratégico en la frontera para impedir el cruce simbólico de los intereses de inteligencia y seguridad militar de Estados Unidos que quieren asentarse dentro de territorio mexicano.
En ese sentido imperial de incomprensión de lo que ocurre en México, la Casa Blanca se olvidó de que el Presidente mexicano tiene los instrumentos para decidir la candidatura del próximo Presidente de la República y que ya introdujo el factor antiestadounidense entre los principales precandidatos.
El otro mensaje precario que dejó la comunidad estadounidense fue la reunión de ocho senadores del ala conservadora republicana y demócrata que tenían en las manos un expediente importantísimo para presionar a México por presuntas violaciones a los compromisos de respeto a la inversión extranjera dentro del Tratado de Comercio libre, pero que solo pudieron producir una mediocre nota de protesta por el asesinato de periodistas en México, un problema importante en tanto que revelaría el descuido de seguridad de la política mexicana, pero en cuyos incidentes no han aparecido hasta ahora dirigentes del Estado.
De ahí la lectura estratégica de que la reunión López Obrador-Biden tiene interpretaciones para dar y recibir, pero con la única conclusión de que el Gobierno de Estados Unidos no intentó doblegar ni humillar públicamente a México, sino que se quedó en el terreno de las señales del lenguaje corporal de los funcionarios de la Casa Blanca. La reunión con empresarios el miércoles que hubiera podido ser un punto de ruptura en percepciones imperiales fue abandonada por la Casa Blanca y los empresarios americanos tuvieron que lidiar con los empresarios lopezobradoristas.
De ahí que el saldo se puede resumir en un punto: nada para nadie y cada quien su golpe.
Política para dummies: La política es el arte de eludir a la política.
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