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Si lo que buscas es aportar una dosis de tranquilidad y calma a tu vida, esta es tu piedra espiritual sin duda.
Los cuarzos, dependiendo de su composición, pueden encontrarse en diferentes colores y, por extensión, cada una de estas variedades presenta unas propiedades específicas. El cuarzo rosa es la piedra del amor, algo que no nos sorprende. Tampoco es una sorpresa que al cuarzo azul se le llame la piedra de la paz, una sensación que transmite el color que le da nombre. Además, en el mundo de la astrología está considerado como un puente entre la tierra y el cielo. Se le conoce también como cuarzo zafiro, debido a que su aspecto y, especialmente, su tonalidad azulada, recuerdan a dicho mineral. Si estás empezando a adentrarte en este tipo de cuestiones, puedes consultar nuestra guía de las piedras espirituales más importantes, para no sentirte perdida.
Ya te habíamos dado algún spoiler sobre las propiedades relajantes de esta piedra azulada, que es símbolo de tranquilidad, calma y concentración. En este sentido es esencial que consigamos controlar nuestras emociones y no dejar que nos sobrepasen, algo sobre lo que actúa este cuarzo, que es ideal para equilibrar el cuerpo y la mente. También resulta esencial desprendernos de nuestros miedos y hacer frente a posibles inseguridades, y es que es una de las piedras protectoras por excelencia frente a malas energías.
Como suele ocurrir con piedras de estas tonalidades turquesas, está asociado al quinto chakra, el de la garganta: llamado originalmente Vishuddha, en torno a este vórtice energético de nuestro cuerpo nos encontramos temas como la comunicación, la purificación y la creatividad. Esto explica que las piedras de este chakra nos ayuden a motivarnos para cumplir nuestros objetivos y, a nivel físico, mejoran nuestras habilidades de canto, habla y escucha. Hemos de procurar este chakra no esté cerrado, ya que pueden surgir problemas en la garganta, en la voz o en cómo nos expresamos y comunicaciones con los demás, por eso nunca está de más contar con alguna de las piedras espirituales que aúna.
Sus beneficios y propiedades están vinculados también con la sensación de estar en paz. Precisamente por esto está considerada como una de las piedras que mejor funcionan con personas nacidas bajo el signo zodiacal de Géminis, ya que se considera que suelen ser muy nerviosas, torbellinos que no paran de un lado a otro. Así, para contrarrestar esta tensión e intensidad, el cuarzo puede producir un efecto calmante. Si además lo combinamos con la piedra turmalina, potenciaremos esta sensación, ya que ambas son piedras muy ‘chill’.
Esta piedra no solamente es conocida por transmitir un estado de paz y alejar el estrés, sino que su vinculación con el 5º chakra motiva que se le relacione con beneficios curativos: por ejemplo, es una aliada cuando tenemos la garganta inflamada, actuando sobre esta dolencia. Y, si tienes problemas para conciliar el sueño o no descansas bien por la noche, gracias a que relaja el cuerpo y aleja las preocupaciones innecesarias, ayudará a que duermas mejor.
¿Cómo usarlo para obtener todos sus beneficios? Muy sencillo. En el caso de dolencias en la garganta, deberás colocarlo sobre ella unos minutos para sentir alivio. Si en tu caso se trata de cuestiones de comunicación, falta de confianza o miedo, se recomienda dejarlo sobre la mente unos cinco minutos. En el día a día, siempre puedes llevarlo en forma de joya, especialmente en la temporada primavera-verano. Otra opción es situarlo en tu mesita de noche o bajo la almohada. Te recomendamos combinarlo con otros minerales que aporten tranquilidad, como el cuarzo rosa o aguamarina.
Basta con hacernos con un recipiente, preferiblemente de vidrio (de esos que todas tenemos en la cocina), y llenarlo con agua mezclada con sal marina en abundancia. Dejamos reposar el cuarzo durante mínimo dos horas, de manera que el agua absorba las malas energías que ha ido acumulando. Una vez pasado este tiempo, lo retiramos y dejamos secar.
Es el momento de re-activar tu piedra espiritual. Para hacerlo solamente tenemos que dejarla junto a una ventana (también puede funcionar si tienes terraza o jardín) durante un día entero. Asegúrate de que está expuesta los rayos solares y a la luz de la luna y no oculta en una zona de sombra. Y, ¡listo! Ya tienes preparada tu piedra.